12/11/2006

Una mort sense sentència, però amb la condemna perpètua.

La mort aquest diumenge del dictador Augusto Pinochet m’ha produït un sentiment agredolç: entre l’alegria per la desaparició de qui va convertir el Xile democràtic d’Allende en un cementiri ple de perseguits i desapareguts i la tristesa de que no hagi hagut de sentir la veu de la justícia per la seva condemna, en les més de tres-centes causes que tenia obertes.
Avui prenen vida altre cop els versos de Pablo Milanés al cantar:

“ Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensagrentada
y en una hermosa plaza liberal
me detendré a llorar por los ausentes...

Yo vendré del desierto calcinante,
y saldré de los bosques y los lagos,
y evocaré en un cerro de Santiago
a mis hermanso que murieron antes...

Que unido al que hizo mucho y poco,
al que quiere la patria liberada..
dispararé las primeras balas,
más temprano que tarde, sin reposo,
retornarán los libros, las canciones
que quemaron las manos asesinas,
renacerá mi pueblo de sus ruinas
y pagarán su culpa los traidores...

Un niño jugará en una alamenda
y cantará con sus amigos nuevos
y ese canto será el canto del suelo
a una vida segada en La Moneda...

“ Yo pisaré las calles nuevamente
de lo que fue Santiago ensagrentada
y en una hermosa plaza liberal
me detendré a llorar por los ausentes... “


Esperem que la mort del dictador no aturi tots els processos iniciats contra ell i contra aquells que van acompanyar-lo en la repressió i mort de tants i tants Xilens. Avui son Neruda, Victor Jara, Salvador Allende... i tants altres, els que poden descansar en Pau perquè al seu butxí l’hi ha arribat la condemna eterna!

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